Las cenizas de Rodolfo González descansan para siempre donde el quería estar, en el Refugio de Monte Brazo del que él fue uno de los artífices. Muchas horas de trabajo y una dedicación impagables de Popo, que junto al resto de compañeros, permitió erigir el edificio del que ahora disfrutamos todos.
En un emotivo e intimo acto, su familia plantó un tejo y colocó una piedra para perpetuar su memoria.
Hasta siempre Rodolfo.